Los frutos de la oración

La oración es una de las marcas de un verdadero cristiano. Ninguna otra acción en la vida de un creyente dará tanto fruto como la oración. Cuando oras, no sólo cambia tu percepción de las circunstancias, sino también, tu percepción de Dios. El rey David, encontró en la oración el camino seguro para acercarse a Dios. Cuando oraba, exponía sus temores, dolores e incertidumbres. Imagino que el rey, a pesar de que tenía un gran número de consejeros y sirvientes, él siempre abogaba primero por buscar a Dios, antes que a los hombres sabios de su equipo. Cierto es que nada ganamos con quejarnos con otros, lo que en realidad nos fructifica, es ir a Dios para contarle nuestras limitaciones o necesidades. Ahora bien, consideremos el fruto de la oración en el Salmo 43:1-5 “Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa; Líbrame de gente impía, y del hombre engañoso e inicuo. Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado? ¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo? Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; Me conducirán a tu santo monte, Y a tus moradas. Entraré al altar de Dios, Al Dios de mi alegría y de mi gozo; Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío. ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”
Por muy habilidoso que seas, siempre serás vulnerable al error, a la equivocación o incluso, al engaño de otros. Por astuto que pretendas ser, tanto tú, como yo, somos frágiles, y en cualquier momento nos podremos encontrar en medio de situaciones
complicadas, que a veces, ni siquiera provocamos, y satanas es muy astuto para ofundirnos. “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.” 2 Corintios 11:3 Vivimos en un mundo repleto de gente con buenas intenciones, pero otros, son esclavos de la maldad que satanás ha sembrado poco a poco en sus corazones. ¿Qué hacer entonces? Orar. Debes orar diciendo lo que dijo David: “Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa; Líbrame de gente impía, y del hombre engañoso e inicuo.” La protección de Dios se activa a tu favor cuando oras.
Cuando oras, tu corazón se alinea con el corazón de Dios y tu vida comienza a llenarse de nuevos frutos espirituales. Cuando en vez de enfrentar las difíciles circunstancias de tu vida en tus fuerzas o en tu propia prudencia, eliges buscar a Dios primero, los resultados siempre serán diferentes.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *